Los videojuegos como herramientas de cambio social.
La demanda de los bancos de alimentos ha crecido un 50% en España con la pandemia. Muchas familias nuevas acuden diariamente a las colas de reparto. ¿Cómo podríamos atenderlas y mejorar la ayuda que reciben? Nadie Sin Su Ración Diaria es un proyecto de Naria que digitaliza de forma sencilla el sistema de donaciones de alimentos para ser más eficaces, humanos y sostenibles.
Pepo Jiménez.
“Yo llegué a comprarme un piso y a tener la vida resuelta. De tener un trabajillo e ir pagando, ir viviendo… de poder ser persona, a no tener absolutamente nada. Creo en la frase esa de que ‘reyes más grandes han caído’, todos somos reyes, todos. Y al final caemos”.
Al habla Iluminada, una mujer que aporta luz en todo lo que dice más allá de su nombre. Iluminada ha tenido que recurrir al banco de alimentos después de una vida plena con casi todos los objetivos vitales marcados: casa, familia, trabajo, hijos,… “Nos puede tocar a cualquiera”, dice y confirma con su experiencia. La pandemia sirvió de detonante para hacer más grandes los fantasmas de la depresión. De subsistir limpiando bares, cafeterías o casas de personas mayores a no tener absolutamente nada y tener que pedir ayuda, primero a su madre y luego al banco de alimentos: “Estaba todo cerrado, sin trabajo tenía que ir todos los días a casa de mi madre a que me diese un plato de comida. El que ella me ayudara a mí por no tener lo básico me daba mucha impotencia. Cuando llegué aquí (al banco) no solo me dieron alimentos, sino que también me sentaron y me escucharon.”, nos cuenta emocionada.
Decía Miguel Hernández que el hambre es el primero de los conocimientos, lo primero que aprendemos en esta vida es a pasar hambre y el resto es un camino de obstáculos para tratar de esquivarlo. Y es en ese viaje donde se forjan actitudes, miedos y voluntades. El hambre te desnuda, te iguala ante los demás, te convierte en vulnerable, te pone a niveles paleolíticos, todo te lo puede robar… todo menos la dignidad.
“Nosotros ponemos en el centro a las personas. Trabajamos el reparto de ayuda alimentaria de forma digna y, sobre todo, transparente y sostenible”, así de claro habla Kilian Zaragozá, un emprendedor de tan solo 26 años que junto a su socio José Vicente Villarroig han creado Nadie Sin Su Ración Diaria para poner un foco más humano y mejorar, desde dentro, un sistema que no ha evolucionado desde hace tiempo.
¿Por qué una persona que necesita ayuda alimentaria tiene que exponerse y no puede ir a un supermercado normal a hacer la compra como todo el mundo? ¿Por qué no puede fabricarse una dieta saludable según sus necesidades? ¿Es necesario y sostenible mover miles y miles de kilos de alimentos para poder llegar a todos los bancos de alimentos distribuidos por España?
Kilian y Josevi, dos amigos que se conocieron en la carrera de ingeniería industrial, aceptaron el reto de resolver esa triple ecuación con una solución sencilla y tecnológica, pero que siempre enfocase a las personas: Nadie Sin Su Ración Diaria nace como una web para que cualquier persona pueda donar cómodamente a los bancos de alimentos desde cualquier parte del mundo. La novedad es que digitaliza y certifica con blockchain todas esas donaciones —a las que puedes hacer un seguimiento y trazabilidad— para convertirlas luego íntegramente en saldo de tarjetas monedero que los beneficiarios pueden gastar individualmente en el supermercado, apostando así por la soberanía alimentaria de las personas a la vez que ahorra muchísimo dinero en logística y en emisiones contaminantes. El proyecto ya ha recaudado cerca de 300.000€, ha ahorrado una tonelada de CO2 y ha repartido casi 150.000 raciones en tan solo un año de existencia.
“Las tarjetas te dan más libertad para poder comprar productos frescos, congelados… y las usas de forma responsable. Tú compras y presentas tus tickets en el banco de alimentos y allí una persona que lleva tu caso te pregunta: ‘¿Cómo lo llevas? ¿Cómo va el trabajo? ¿Has tenido bastante?’». Así lo cuenta Silvia, otra beneficiaria del banco de alimentos de Castellón que tuvo que cerrar su panadería, se quedó sola con su hijo en la calle y no vaciló a la hora de pedir ayuda: “No hay que tener vergüenza para pedir ayuda cuando tienes hambre, vergüenza me daría no pedirla con un hijo”, confiesa convencida.
Silvia e Iluminada lo perdieron casi todo, pero reconectaron con su vida e independencia gracias a ese pequeño primer empujón de Kilian, Josevi, miles de donantes anónimos al otro lado de una sencilla, pero efectiva web y toda esa gente voluntaria que se sientan a escucharlas en los bancos de alimentos. Su viaje no ha sido impersonal y está lleno de cariño y agradecimiento: “Iluminada ha pasado de recibir la ayuda que genera Nadie Sin Su Ración Diaria a estar en el lado de colaborar como voluntaria en el banco de alimentos. Eso es gratificante, porque al final estamos viendo que la persona que recibe la ayuda confía, se siente mejor y cree que este cambio es posible”, nos cuenta Kilian con orgullo.
Un cambio de paradigma que ya no empieza en una cola de reparto, o teniendo que mendigar en la calle. Estas dos mujeres han empezado a recuperar su autonomía gracias a su valentía, voluntad y sin perder nunca su dignidad, porque aunque lo hayan perdido todo, en su hambre han mandado siempre ellas y solo ellas.