Un proyecto social para fomentar la convivencia entre culturas a través de la cocina.
El 13,7% de las viviendas en España están vacías. Muchas de ellas no entran en el mercado por falta de recursos para rehabilitarlas ¿Y si una asociación arreglara estas casas a cambio de alquileres sociales? Así funciona ‘Todos con Casa’.
Pepo Jiménez.
Cali y Deyanira pasaron 6 meses durmiendo en búnkeres, playas y parques de San Fernando, Cádiz. Se conocieron en un aeropuerto cuando Deyanira perdió su avión de regreso a su México natal y se quedó tirada sin absolutamente nada. Allí se cruzó con Cali, una chica desterrada por la homofobia de su familia que con un futuro incierto encontró en Deyanira una motivación para seguir luchando. Hoy son pareja y se han ganado un techo donde poder construir un futuro digno, gracias a la iniciativa social Todos con Casa.
Cali y Deyanira son un ejemplo más de un sistema que deja pocos huecos a los más vulnerables. Nos hemos malacostumbrado a una forma de vida definida por una espiral de la que es tan difícil entrar como salir: Sin casa no hay futuro, sin futuro no hay casa.
¿Y cómo rompemos este laberinto?
Comprometida por experiencia propia.
Viajemos al pasado. Valencia, hace 7 años. Victoria Sánchez, la fundadora de Todos con Casa, está a punto de quedarse en la calle, como Cali y Deyanira. Un desahucio por impago que la metería —junto a una niña pequeña— en esa espiral terrible que nos trata antes como facturas que como personas. “Te cortan la luz. Porque antes de echarte de una vivienda te cortan la luz. Noches desoladoras en las que no sabes qué le vas a dar a tu hija de comer porque has fracasado en la vida”, recuerda emocionada Victoria.
Victoria era una comercial inmobiliaria en tiempos de prosperidad. “No sabía lo que era la pobreza. Era de clase media, de unos padres trabajadores, que nos han dado una educación, un techo, nunca me ha faltado comida“. Pero los castillos en el aire se derrumbaron con una de las grandes crisis del milenio y acabó en la calle, sin trabajo y sin poder avalar un alquiler. “Me pongo a buscar casas que sabía que estaban vacías. Se me ocurre repartir papelitos por las viviendas. En ellos ponía: ‘Me llamo Victoria, soy madre soltera. Te cuido tu vivienda si me la alquilas por una cantidad económica o que me pueda permitir. Confía en mí’”.
Y alguien confió. Y Victoria volvió a entrar en la espiral.
Con casa encontró trabajo, con trabajo volvió a ser productiva y con el éxito empezó a olvidar de dónde venía. “Pero ya nunca fue igual”, recuerda. En su nueva empresa, ahora en Jerez, volvió al ritmo de alquilar entre 10 y 14 pisos al mes, exigiendo una nómina, hasta que alguien la engañó: “En una de estas me dicen que la tienen cuando no era así. María, una madre soltera como yo. Lo recuerdo con el vello de punta, fue mi ‘clic’. Me doy cuenta que estoy repitiendo lo mismo que hace diez años, no pararme a ver a las personas”. En ese momento nació Todos con Casa.
Hoy por ti mañana por mí.
A partir de ahí todo fue echarle emoción recuperando su propia experiencia. Montó su primer equipo de trabajo aprendiendo técnicas de construcción básicas en tutoriales de Youtube y juntos arreglaron la primera casa cedida para un alquiler social, en el centro de Jerez, para una mujer en situación de calle. Ahí se dieron cuenta que no bastaba con rehabilitar la casa y pintar viejas paredes… había que reconstruir también las emociones de los nuevos inquilinos, destrozadas por años de exclusión y soledad. “Eso que aprendí yo, resolviendo mi problema con familia y amigos, es lo que trasladamos a la asociación: vida colaborativa”, explica Victoria.
Todos con Casa ha llegado a tener más de 24 pisos antes del confinamiento. 24 familias con una segunda oportunidad ganada a pulso, porque aquí no se regala nada. “Las personas que necesitan una vivienda entran en la asociación y tienen un periodo de 40 días de voluntariado en el que nos conocemos mutuamente”, explica Victoria. A partir de ahí se ponen a trabajar con el equipo para ayudar a otras familias, para pintar paredes, restaurar muebles o buscar otras viviendas para arreglar: “Esto es como un trueque. A mí me ayudan, yo ayudo. Por eso hago el voluntariado“, nos cuenta Cali ya desde su nuevo hogar.
Y para esta espiral ‘buena’ de intercambio de favores no es prioritaria la propiedad de una vivienda, como recuerda Victoria… “Hoy en día mi concepto no es dejarle a mi hija una vivienda, sino una educación, un mundo donde la parte emocional sea más accesible”.