Hay oficios que se heredan. Otros se redescubren. Y algunos, como los que protagonizan esta historia, se resisten a desaparecer. En un mundo dominado por la inmediatez, por el clic y por la urgencia, hablar de artesanía es casi un acto revolucionario. Pero también es un acto profundamente humano.

Oficios Vivos nace de esa necesidad de volver a mirar con calma. De reivindicar el valor de lo hecho a mano en una sociedad donde todo parece tener que pasar por un algoritmo o un deadline. No es solo barro, madera, hilo o pigmento: es memoria, identidad y tiempo concentrado en cada pieza.

En Pienso Luego Actúo, exploramos el renacer de la artesanía en pleno siglo XXI. Porque sí, lo artesanal está de moda. Pero, ¿estamos preparados para asumir lo que eso implica? Las nuevas generaciones lo consumen, lo suben a TikTok, lo integran en su estética y lo celebran… pero detrás de cada taza de cerámica, de cada bordado o joya hecha a mano, hay horas que no se pueden automatizar, procesos que no caben en una cadena de montaje y precios que no compiten con los de un Black Friday.

Oficios Vivos habla de todo eso. De quienes deciden seguir creando a su ritmo, aun cuando el mundo corra en otra dirección y de quienes entienden que el valor no está en la rapidez, sino en el cuidado. 

Desde la iniciativa, organizan talleres y encuentros con artesanos y artesanas, permitiendo a los participantes convivir y aprender la manera tradicional de elaborar productos como cestos, jarras, panderos o madejas de lana. 

Los talleres se realizan en los propios lugares de trabajo de los artesanos, como debajo de un hórreo, en su casa, su garaje o su taller, adaptándose al ritmo de cada maestro o maestra.

Ellos lo tienen muy claro: proteger la artesanía no es solo proteger una estética, sino todo un ecosistema: de personas, de saberes y de formas de entender el mundo que no tienen cabida en lo viral, pero sí en lo valioso.